La flor en la niebla

Segundo día de la luna llena de virgo de 2015.

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Los que estábamos en el círculo, sentados sobre la arena pedregosa de la pequeña playa junto al remanso del gran río, en silencio, con los ojos fijos en la danza de las llamas de la hoguera que presidía el centro, sentimos el frío húmedo que empezó a envolvernos.

Como un misterioso espíritu del agua, empezó a surgir del río, primero en forma de vapor bajo, casi acariciando las aguas, luego como una enorme cortina pesada y gruesa de esas que se usan en las ventanas sin persianas para no dejar pasar la luz del sol, la niebla.

Era una niebla vespertina, húmeda y fría como todas las nieblas que nacen en las aguas, pero sobretodo, misteriosa, silenciosa, lenta, imparable.

Casi no nos veíamos los que integrábamos el círculo, sólo distinguíamos siluetas en forma de campana, alumbradas por el vacilante lamido de las llamas.

Estrechamos el círculo para sentirnos más arropados, es que al no ver nada sólo nos llegaban sonidos, antes imperceptibles, desde el río y el monte. Sonidos que intentábamos descifrar con frases tranquilizadoras: «ranita que salta al agua», «aperiá cazando insectos», «yaguatirica merodeando»…… Pero lo más inquietante eran las sombras que se formaban cuando la brisa soplaba la niebla y aparecía meciéndose la rama de un ceibo o tal vez la de una coronilla o quebracho.

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Lo cierto era que estábamos rodeados de un concierto de sonidos de la vida del monte y del río, acompañados por el crepitar de las llamas, avivadas de vez en cuando por un tronco que una de las manos del círculo aportaba, fundiéndose en fuego lleno de chispas que la niebla se llevaba.

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Seguimos, no se cuanto tiempo, porque cuando estás así, el tiempo se para, en ese silencio a gritos, lleno de respiraciones calmadas, mientras la noche avanzaba en el misterioso manto de la niebla espesa, húmeda y liviana.

Estábamos adormecidos, casi diluidos en las minúsculas gotitas que forman las nieblas. De pronto alguien formula una pregunta: ¿qué es el amor?, ¿cómo definimos con palabras al amor?

Por un momento, las sonrisas brillaron en las caras pensando en lo fácil de la respuesta. Pero conforme las mentes buscaban una definición y no la encontraban, el silencio con sonrisas se alargaba.

-El amor, es el amor y ya está. -dijo el pragmático.

-Sí, pero qué es? ¿querer a alguien, una mujer, un hombre, un hijo, hermano, amigo, o practicar sexo, entregarte a un ideal, a un trabajo…?

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A todas estas cosas las podemos definir como «sentir atracción», «hormonas que actúan en nuestro cuerpo», «compañerismo, solidaridad, protección, comodidad….» Pero AMOR ¿qué es?

Entonces alguien del círculo dijo: -¿y si no es una sola cosa, sino el compendio de miles de cosas, tal vez infinitas cosas?.

El círculo entonces convino que tal vez el AMOR sea todas las cosas.

Hubo un momento, en el que la niebla dejó un túnel claro y nos dejó ver el río ya casi convertido en una cinta oscura difuminándose sobre ella la negra silueta del monte de la otra orilla. Al ver esa pequeña brecha de luz, surgieron definiciones, como cuando surge el sol en el horizonte después de un largo amanecer.

AMOR es desear volver a formar parte de la gigantesca estrella que un día se fragmentó en miles de millones de seres. Es reconocerte en el árbol, la flor, la mariposa, el gusano, la piedra, la  montaña, el fuego, la vida, la muerte, la alegría, la tristeza, la dicha, pena… Es reconocer y aceptar los átomos y partículas con las que estuviste junto, total o parcialmente.

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AMOR es saberte parte de todo, amar al hijo porque sabes que es parte material tuya, en el ADN aportado por los genes. Amas a los árboles porque vive en ti el oxígeno que generan sus células, amas a las rocas porque le dan sus minerales al agua que bebes y mineraliza tu cuerpo. Amas el agua porque sabes que eres tú. Amas a una mujer o a un hombre, porque sabes que juntos hacéis el todo y se vuelven a encontrar las partes que se separaron cuando se fragmentó la estrella. Amas al sol porque sabes que sus fotones de luz son los que alimentados por tus pensamientos crean los mundos en los que quieres vivir, mundos maravillosos o terribles, pero mundos en los que tú quieres vivir y desarrollar tu plan de alma.

Eso es AMOR, saber que estás y eres parte del todo, que eres el alfarero que crea todas las cosas.

Con este pensamiento, la Paz y la Calma se apoderaron del círculo. La sensación era la de girar en un gran círculo siendo parte de todo. Eramos la sonrisa de cada uno, eramos a la vez todos los corazones, nos hicimos UNO con la Tierra que nos sustenta, con el río, con la niebla, con el aire, que a modo de un solvente mágico nos diluía resplandeciendo como soles, creando mundos, asegurando la llegada a casa, la casa del AMOR.

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