Las barcas llegan a muy buen puerto.
Surgen de la mar oscura,
en una noche sin luna.
En sus entrañas vienen peces de plata.
El faro las mira con alegría dándoles la bienvenida.
Su luz certera les marcó el rumbo,
ahora, a descansar durante el día,
que en estas noches sin luna,
hay que engañar a la enamorada sardina de la luna.