Detener el tiempo

 

Hay momentos que somos capaces de ver girar la Tierra como si de un trompo se tratara.

Es el momento en que el tiempo se va enlenteciendo hasta detenerse definitivamente.

Es entrar en un cuadro de cinco dimensiones, en el cual participan como parámetros la mente y el espíritu.

Es hacer eterno ese instante.

Es cuando tu mente es emisora. Después de haber recibido la frecuencia de la Paz.

La mente se agrega como cuarto elemento al paisaje.

La luna llena, la primera del ciclo de primavera, surge desde los acantilados del Massis del Garraf, remontando como una cometa el horizonte de mar. Las brumas de la lejanía la pintan de rosa tenue.

Al Oeste el sol se duerme entre cielos rojos. Ilumina las barcas de pesca recostadas en la penumbra del muelle.

Los barcos y las velas se quedan estáticos sobre una mar atemporal. El tiempo se detiene.

La ermita y el pescador de caña dejan navegar sus sueños sobre la mar.

Es en ese momento cuando el espíritu se une a la escena cuatridimencional. Es el momento que eres la luna rosada flotando sobre la mar. La brisa que empuja la vela. El sol despidiendo la tarde. Las paredes de la ermita, la caña del pescador y sus sueños. El faro iluminando la tarde.

Es el momento en que te conviertes en Paz. Pasas a ser la diversidad de todas las cosas, dialogas, empatizas con el flujo continuo llamado Vida.

Es el momento que la Paz, te aparta de la crítica, el juicio, la ira, la angustia, el miedo. Te instalas en el flujo mismo de la Vida. Sientes que estás en la frecuencia de la alegría, el bienestar, la salud. Entras en ese otro mundo, igual de real que el que creemos encontrarnos, o que hemos creado. La diferencia es que el vehículo para moverte dentro de él es la Paz.

Si miramos la luna, sentimos los rayos del sol, escuchamos nuestros pasos, jugamos con los niños, acariciamos los animales, paseamos por los bosques, nos abrazamos…, estaremos en la frecuencia de la Paz. Así en esa frecuencia «personal», iremos uniendo cada Paz individual pasando a vivir inexorablemente, en un mundo de bienestar general. De resolución rápida de cualquier conflicto, de relaciones fructíferas y productivas, de disfrute de la diversidad cultural, de libertad y una auténtica democracia.

Sólo hay que detener el tiempo y crear un cuadro de cinco dimensiones (espacio, tiempo, materia, mente y espíritu). Podemos empezar. La luna ya está ahí, el sol sale y se pone cada tarde, los pájaros, las velas, los bosques, los faros, las ermitas, las calles, las praderas, las montañas, los niños, los animales, las manos para acariciar, los brazos para abrazar, las bocas para besar… ya las tenemos. Igual que lienzos en blanco, pinturas, paletas, caballetes, pinceles, cinceles o lápices. Pongámonos a crear, todos somos artistas de la Paz.

A ver si coincidimos en un cuadro de cinco dimensiones.

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