Cada día vuelas más alto en mi horizonte calmo
te despierta el mirlo con su canto en lo oscuro del alba
silencio de la curiosa paz de la madrugada.
Desde mi retazo de tierra, pequeña ventana
te veo trepar el cielo cada mañana
subes siempre ahora, sin «hubiera» ni «pudiera»
así haces que ocurra la vida redonda, girando,
cuando descansas nos dejas tu sueño,
que es un infinito cielo estrellado bañado de luna.
Verte hablar con los pinos que crecen inclinados
vencidos por la insistente marinada.
Llenas de luz la costa Norte de la Mar Mediterrània
derramas los colores en mi paleta de pintor
que resulta son palabras y mi pincel es un lápiz
volcando palabras en una hoja blanca
de espuma de olas que llegan a la playa.
Al color y la luz le pones sonidos de trinos y cantos
mas perfumes de algas, romeros, retamas, tomillos, lavandas.
Mezclas el sonido de las olas con voces y risas de niños
que hacen castillos con la arena bien mojada.
La mar es tu espejo gigante donde peinas tu pelo de luz
llenas todo con tus rayos, incluso iluminas
la oscura sombra interna de la higuera achaparrada
llenas el bosque de la pineda cercana de tenue luz
con cantos de chicharras y ulular de torcazas
bañado en el intenso perfume de la pinaza.