Ver amanecer siempre es una buena noticia. Marcará el resto de un día. No podemos ver girar la Tierra pero sí sabemos que pasan las horas.
Por eso busco la belleza entre las horas. Ahora es de día, ahora es de noche.
Entre cables, cementos, vías de hierro y vidrio mugrientos de la ventana de un tren, el sol naciente lo llena todo de belleza.
La belleza es subjetiva, pregunto a veces?
No lo sé.
Lo que tal vez sí intuyo, es que la belleza es un «éter» de fotones y electrones que penetran y traspasan todas las cosas para que el corazón las vea.
Es una hermosa figura de mujer desnuda a la que vamos poniendo cuerpo y rostro, sonrisa o lágrima, sonido y silencio. Por sus ágiles y rápidos movimientos sin dudas tiene alas y una piel muy suave y cálida.
Tal vez por eso veo la belleza en el conjunto del sol saliendo, entre cables, hierros y vidrios mugrientos.
Mirar la belleza te libera de las horas y así, ver girar la Tierra, abandonar las cadenas del tiempo.








