Homenaje a esta música de percusión, que surgió en un rincón de América con raíces africanas y hoy presente en todo el mundo. Declarada por la ONU, PATRIMONIO INTANGIBLE DE LA HUMANIDAD.
«Tarde de tambores»
Por el aire resuena el tambor,
hace vibrar las calles.
Los árboles casi sin hojas,
sienten el latido, alegres.
Sopla el viento húmedo, casi helado,
queriendo secar al tambor sudado.
El retumbe libera el código encerrado
encerrado entre el cuero y la madera.
Código que es entregado,
al ser por la mano acariciado.
Tambor y tamborilero suenan juntos.
Cuando retumba, las almas se unen
en sueños de alegría.
Es que el tambor, el corazón y las manos
soñando liberan energías de calma,
comunión y alegría.
Cuando se abre el código,
se abren los mundos de las almas.
Conecta todo con todo,
el viento, los árboles, las calles,
gentes que sin saber cómo,
se les desprenden las lágrimas.
Lagrimas de alegría y emoción.
Por las calles el candombe late.
Todo el entorno entra,
en el infinito espacio de luz y calma.
Vibran los cuerpos, vibran las almas.
Candombe de libertad,
Candombe que creas lunas,
Candombe que creas soles,
Candombe que nos transportas,
a sabanas, selvas, adoquines y mares.
Candombe de madera, pieles y corazón.
Nos unes a todos con un gran amor.
Es que tal vez tu código,
es el de la misma creación.
3 de diciembre, día Internacional del Candombe. 2015.