En el tiempo del no tiempo
va el tren lleno de almas,
Atraviesa rápido la maciza montaña.
Mientras las almas miran,
por las deslizantes rocas trepan
romeros pinos y retamas.
En el abitáculo del tren,
universo de viajeras almas
suena la música de un vals
que el violinista nos regala
para calmar su vida,
no la de su alma, sino
la del cuerpo que por comida clama.
Las notas del vals ocupan y encajan
con ritmo suave la marcha del tren,
atravesando túneles, heridas de la montaña.
La mar verde azulada sigue el ritmo
que le llega de las ventanas.
Hasta las rocas de la antigua montaña,
parecen escuchar la música
que del tren emana.
Aunque la verdad, es que creo,
son el baile de las almas
que en el universo del tren
bailan con la mar y las montañas.
En este universo que viaja
por duras vías de hierro,
sale del espacio y del tiempo,
sólo para vivir la alegría de la paz.
Dejándonos un corazón en calma.
Impresiones de un viaje en tren el tercer día del cuarto menguante de Géminis.