La mar acaricia con sus manos de espuma y agua
las duras rocas en la punta de la playa.
La tarde de calor gira queriéndose refrescar en las aguas.
Antiguos margenes de piedra seca, envidian a las de la playa.
Sólo la fresca brisa su sed les calma,
Mece los verdes pinos y el calor enciende las chicharras.
Mientras las torcazas le dicen que la mar es salada,
sólo el agua del cielo es vida para la montaña.En lo alto de su atalaya, el ángel mira la mar y la montaña.
Con su brazo extendido marcando lejanías y distancias,Nos dice que la tormenta viene cabalgando en nubes de agua.
Pronto calmarán la sed de los pinares que entre margenes cantan
con las voces de las chicharras y torcazas.Tardes de verano junto a la mar, pinares y un ángel.