El misterio del lago.

No muy distinto debería ser el aspecto del Lago de Banyoles en el año 1267, año del nacimiento de Eymeric de Usall.

Igual que todas las grandes masas naturales de aguas, está rodeado de misterios e incógnitas. Probablemente fruto de la imaginación colectiva de sus pobladores, al ver crecer la niebla desde el centro del lago en una noche de luna llena.

Más misterio se sumó al Lago, a la muerte de Eymeric de Usall, en el año 1355 en Banyoles, porque este fue el último templario o Caballero del Temple, siendo embajador del Rey Jaume II en Egipto. Como todos sabemos pertenecer a la Orden del Temple ya era algo misterioso, no sólo por la persecución sufrida y posterior actuación en la clandestinidad, sino por los supuestos poderes esotéricos adquiridos por esta Orden a lo largo de «las cruzadas», con incursiones, conquistas y derrotas en Tierra Santa hoy llamado Oriente Medio.

Puede estar vinculada la vida de Eymeric de Usall en Banyoles al hecho de encontrarse en la iglesia de Santa María dels Turers un trozo de madera de la Vera Creu, o sea la cruz en la cual fue ejecutado Jesús de Nazaret.

Pero aparte de los misterios de los cruzados con el Santo Grial, la alquimia, inmortalidad y poderes sobrenaturales, está ese halo de misterio que emana del lago y su entorno.

Sus aguas son como un gran espejo en donde se mira el cielo haciendo que el espejo guarde todos los tonos de azul.

Es una delicia caminar junto al lago sintiendo el tiempo detenerse o estirarse lánguido como una masa de harina. El deleite de escuchar los patos sumergirse para capturar alguna trucha distraída, o las ranas saltando al agua entre cascabeles de hojarasca, son instantes que detienen el tiempo. Es cuando el tiempo se queda estático que ves a las truchas mordisqueando algas de formas imposibles, nubes saliendo de las ramas desnudas de las hayas que descubren nidos esperando primaveras, patos de colores tornasolados nadando en en líquido de plata. Casetas de cuentos de hadas que se adentran en el agua. Juncos y nenúfares con sueño de invierno en las orillas del Lago.

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Incluso puedes ver asombrado rayos de luz saliendo de troncos acostados. Aunque hay quien dice que es el halo de luz que dejan en su vuelo las diminutas alas de las hadas o dones d’aigua, las cuales dicen, son los más antiguos habitantes del Lago.

Así caminando junto a la orilla del Lago, al pasar la puerta del no tiempo, eres partícipe del misterio del Lago.

petirojo

 

 

 

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