Septiembre en septentrión suele ser un mes enigmático. Debe de ser que la tierra cansada de tanto calor y bullicio quiere llevarnos a la calma del otoño.
Por eso hay domingos en septiembre que si los observas y entras en ellos con tu alma, puedes caminar por el misterio de la calma.
Este domingo de septiembre, se despertó entre nubes grises, amenazando agua. El aire denso, sin viento que lo agitara lo llenaba todo de silencio. Sólo se rompía armónico por el tañer de las campanas de iglesias que parecían lejanas. Pero todo estaba cerca, muy cerca, simplemente envuelto por el silencio de la mañana. La mar también ayudaba a dejarlo todo en silencio manteniendo sus aguas planas. Hasta el velero estático navegaba recortado en el gris plomizo del cielo sin marinada.
Los patos y las garzas en las marismas junto a la mar, de la calma y el silencio disfrutaban. Se arreglaban las plumas, una zambullida de vez en cuando para llevar a la panza algún crustáceo incauto, después sólo era nadar lentos en el espejo de las aguas dulces de la marisma que a la mar bajan.
Todo invita a que tu alma entre en el paisaje del silencio de la mañana. Así cuando entras las sensaciones de alegría y calma no paran de envolverte. Caminas entre los pinos del parque esperando sentir la pinocha crujir bajo tus pies, pero no oyes nada, la pinocha está húmeda y blanda, sólo puedes oler las agujas de los pinos siempre verdes y brillantes porque están mojadas. Es cuando las setas que surgen de la pinocha mojada te dicen que mires bien donde pisas porque ellas son frágiles como los espíritus del agua.
El silencio de la mañana, también te trae olor a pan recién hecho y café caliente que te invitan a vivir aún más la calma.
Tal vez ese sea el misterio de las mañanas de un domingo de septiembre, que te recuerdan que en esta nave en que viajas por el Universo, pronto será el equinoccio de otoño, que ya tienes las cosechas guardadas por tanto que llenes tu alma de alegría, paz y calma.
Vilanova i la Geltrú, cuarto creciente de septiembre de 2018.
Me encanto y senti la serenidad que describes; otoño la estacion preferida de las viejas almas, esas que reencarnan y reencarnan, que buscan calma y sosiego en la serenidad del paisaje otoñal.
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Así es Leila, esas viejas almas seguiremos disfrutando de los otoños mientras el planeta siga viajando.
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