El invierno desnuda la tarde,
ella, vestida de gris inquietante.
El aliento del invierno
asola las calles,
tiemblan las ramas sin hojas,
eriza la piel de la tarde.
Con su vestido gris, la tarde,
siente las manos frías
del invierno acariciándola.
Se abrazarán los dos
el invierno y la tarde,
serán uno por las calles.
Luego cuando llegue la noche
y no los vea nadie
se amarán locamente
en una cama de hojas secas
mullida y confortable
que el viento ha hecho
mientras corría a lo loco,
asolando las calles.