Del griego «hacer», «crear», «construir»…..con estas palabras definía el pueblo de la Grecia clásica lo que era una poesía.
Es la forma más efectiva de compactar sentimientos y emociones dentro de palabras. Me gusta decirle «palabras empaquetadas». Crea una interacción entre el «empaquetador» (escribiente u obrero/a de palabras) y la persona que «abre el paquete» (lector, oidor…).
Nada más hermoso que aquel que puede poner en palabras la ternura de una mirada, la calidez de una sonrisa, la magia de un abrazo, la pasión de un beso o el dolor y la tristeza por una pérdida; mientras del otro lado del puente invisible, hay una persona capaz de abrir esos paquetitos y deja que esos sentimientos y emociones recorran su alma como el viento fresco de primavera.
Les mando un paquete de regalo, está lleno de palabras, deseo que cuando lo abran desborden sus corazones de sueños.
«No me acuerdo bien la fecha cuando escribí esto pero fue en una tarde de lluvia, esas en que me envuelve la nostalgia o mi alma pierde la coraza y queda como cristal fino que lo puede romper una gota de agua.
Son momentos en que me siento blando, igual que tierra mojada por mil lluvias.
Son los momentos que abriría mi corazón para compartir toda esa nostalgia, que no tristeza, para transmutarla en una historia de esas que tanto me gustan.
Compartirla oyendo la lluvia besando una cara mojada.
Ay los sueños, tal vez mundos paralelos, tal vez lugares escondidos de la mente, tal vez agua que se escapa entre los dedos.
¿En dónde están?, ¿a dónde van los sueños?
Tal vez están en jardines llenos de flores y plantas, o viajando por blancas nubes sobre alguna mar lejana, tal vez se escondan en relojes blandos incapaces de marcar el tiempo.
Creo que están en los corazones guardados esperando el momento de luz para vivirlos completamente enamorados.
No se lo que son, pero si se lo que siento.»