Me gusta tanto la niebla porque sabe jugar con las cosas que creemos «reales». Nos las oculta, nos hace ver formas parciales, llena de misterio las cosas. Nos inspira una poesía, nos demuestra que sólo con el corazón podemos ver las formas.
Pondremos un poema de una tarde de niebla junto con unas fotos de la Iglesia de Mar de Vilanova i la Geltrú. En el fondo surgiendo de la niebla una de las grúas del puerto.
Siento caer la tarde
sumergida en la niebla
el sol se esconde
en el difuso horizonte
intenta pintar de rosa
ingenuas nubes grisosas.
Veo envueltas en brumas de mar,
una sonrisa, una mirada
que me acarician el alma,
escondiéndose en la niebla.