Lentamente, casi sin darse cuenta, la ciudad se fue vistiendo de otoño.
Viene cansado, el verano se resistió a marchar, hasta que los días se acortaron. El sol comenzó su camino de mar a mar.
Los árboles y su ciudad lo sintieron enseguida, querían descansar.
Se pintaron de ocres y amarillos, hasta sus ramas desnudar. Dejar colchones de hojas secas, en las veredas, pasos con sonido de sonajas.
Debajo de los bancos, guardar palabras y besos, secretos escondidos en la ténue y envolvente luz otoñal.
Secretos que el viento hará volar, visibles en los torbellinos, de hojas secas al cielo van.














Cabelleras despeinadas, rayos de sol hechos de pelo, manos de aire, aliento de frío, otoño en la ciudad
A la noche, caricias, pensamientos, silencios de palabras, miradas que saben hablar.
Escucho el susurro del fuego junto al hogar.
Noche que se alarga, momentos para soñar.
Sueños de paz, alegría, tranquilidad.
Otoño de amarillos, vistes la ciudad. Respiro tus noches largas, tus árboles desnudandose, tu viento frío, tu mensaje de paz.