Equinoccio

Hoy la luz y la oscuridad se reparten por igual su estada en el planeta.

En el hemisferio Norte, tierras de septentrión, empezamos el viaje a las sombras. Al mundo interno de los sueños.

Momento de despedir el verano y hacer el balance de las cosechas.

Ahora al ir acompañando a la Madre Tierra en su letargo, iremos preparando los sueños que nuestras almas quieren vivir.

Las nubes viajan serenas sobre la mar en calma. Las gaviotas descansan en la playa desierta.

Todo se calma mientras la Tierra entra en el ciclo que nos lleva a las sombras largas.

Abrazarlo todo. Entra en el sueño de un beso largo. Fundir cuerpos y almas, en un equinoccio que nos lleva al otoño lleno de colores, alegría y calma.

Tiempo del «no» tiempo

Nieves en el Puigsacalm

lluvia tañendo la medieval campana

hayas peinándose en calma

con el espejo de un cuenco de agua

sol iluminando la hojarasca

curiosas setas mirando la roca volcánica.

Senderos que llevan a mundos en calma,

verdes que  pinta el alma

para sentir como el tiempo no pasa

está enredado entre las hayas.

Todo es eterno en el bosque de hayas

porque el aire hace que seas ramas,

sol, setas, musgo, piedras u hojarasca.

Los pájaros cantan porque tu alma canta,

entras con alegría en la dimensión

en donde todo pasa, el tiempo del no tiempo.

 

Fageda d’en Jordà, sus nieves y sus volcanes dormidos, camino de la luna nueva de septiembre de 2017.

 

Camino de otoño

Nuestra nave espacial, la Tierra, navega entre estrellas y nos lleva a un nuevo otoño en septentrión.

Las playas del Mediterráneo se vacían, las olas de la mar encrespada se baten entre nubes oscuras que traen viento.

El viento  ya se llevó las golondrinas, llegan otras aves que vienen del profundo Norte.

Con su canto, el viento, quiere adormecer los árboles, vestir las vides de amarillo y dejar que descansen.

Todo se adormece, con el canto del viento y el rumor de las olas.

Es tiempo de estirarte en la arena fría de una playa y ver como viajan las nubes tomando formas familiares. Dejar que la mar arrulle tus sueños. Sentir el viento y el sol acariciar tu cuerpo. Escuchar el ulular de las hadas peinando las agujas de los pinos que se mecen junto a la playa. Extasiarte con el vuelo estático de alas abiertas planeando por el aire de las fragatas.

Empieza el tiempo del sueño para el próximo ciclo.

Aprovecha esta invitación a la calma para soñar amor, alegría, paz, mundos de felicidad y abundancia. Es fácil, sólo tienes que estirarte en la arena fría de una playa sentir las nubes pasar, envolverte en los sonidos del viento y escuchar a tu corazón latiendo en calma. Los sueños surgen como manantial de aguas claras.

Luz en la mar 

Las nubes flotan en la mar 

el sol extiende su camino de luz. 

El tren devora espacio generando tiempo. 

Ilusión que el sol y las nubes 

quieren arreglar. 

Deja que tu alma camine por la luz  sobre la mar. 

Acaricia con tu espíritu las sensuales nubes, 

siente su vibrar.

Fusionate con la luz que lo envuelve todo. 

Siente la ilusión del tiempo caer 

rendida a tu sonrisa 

de mar,de luz, de sol, de nubes, 

de amor seguro porque eres Uno con todo. 


La luna y la mar 

La farola te guía con su luz

mientras surges de la mar

vaporosa y vestida de rosa

tu luz nos alumbrará,

señora del tiempo

lo detienes, lo dejas blando

lo podemos moldear,

con tu luz creamos mundos

van más allá que soñar.

Todo se mueve lento

sobre la Tierra y la mar

te llevo conmigo a mi sueño

luna llena surgiendo de la mar.

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Polaridades

Cada vez que llega el mes de setiembre resuena en mi corazón una campana de alegría diciéndome que pronto será primavera.  Imposible, en tierras de septentrión vamos rumbo al otoño.

Supongo que debe de ser porque en mi joven invierno austral salíamos del frío y solitario invierno.

Era un momento en que íbamos a disfrutar de la tormenta o el viento helado del Sur que cuarteaba la piel.

Instantes en que recorríamos aquellas soledades de gentes. Sólo de personas porque la compañía eran los lobos marinos, las tortugas gigantes, los poderosos petreles y albatros pescadores en mares embravecidas. Una soledad poblada de multitud de seres de la tierra, de la mar y del aire.

Los días después, del casi siempre puntual «temporal de Santa Rosa», el 23 de agosto, donde los vientos erizaban la mar para que rugiera con furia, en las playas y en las puntas rocosas aparecían miles de regalos de los fondos más profundos.  Enormes estrellas de mar, gigantescas caracolas o pequeñas de formas y diseños maravillosos, hasta caparazones de tortugas. Me fascinaban los huevos de manta raya gigante, alguna de estas en estado adulto llegan a sobrepasar los 4 metros de envergadura, los huevos de caracolas, un universo redondo como un útero que cabe en una mano, lleno de líquido en donde flotan pequeñísimas caracolas, creciendo hasta unirse definitivamente con la mar.

No era extraño ver por aquel entonces encontrarte algún naufragio o los restos de uno. Casi siempre había un navío que exhausto de luchar con tan terrible mar acababa embarrancado en la playa, para luego las olas desmontarlo poco a poco con poderosa saña.

Subir aquellos interminables médanos blancos para divisar al Sur la mar azul oscuro, fría y profunda, al Norte las fértiles praderas verdes esperando primavera era un espectáculo que quedó en mi corazón escrito con letras e imágenes de amor.

Supongo que es este maravilloso encuentro el que hace que a pesar de estar en donde esté, cuando llega setiembre suene esa campanita en mi corazón diciéndome «pronto es primavera».

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Perdón por la calidad de las fotos pero son  «fotos» hechas de fotos en papel, o sea de las de antes.