POESÍA GENERAL

Camino de los recuerdos, pintados con amor,

cuadros colgados en la cámara del corazón,

reconstruidos por la mente, alejados del dolor.

Sólo la risa y el canto los pintan en el corazón,

vivir pasito a pasito, respiración a respiración,

así, creamos futuros llenos de alegría y amor.

Mira el sol cómo brilla, escucha el canto del ruiseñor,

mira la luna en la mar, escucha las olas viajar,

camina bajo la lluvia, escucha las gotas repicar.

Ríe con el niño, pinta, ponte a jugar, 

la magia surgirá en el viento, barriletes a volar,

escucha al viento en la brisa o en el huracán.

Mira el color de las flores, su perfume respirar,

acaricia la espiga de trigo y la simple hierba,

escucha cómo te hablan cuando piensas en ellas.

Los días de frío acerca las manos al fuego,

siente cómo se calientan, igual que los labios en el beso,

en el abrazo siente la energía eterna.

Si miras la belleza en el instante, esta será sempiterna,

dulces sentimientos imperdibles en el espacio-tiempo.

emociones y pensamientos haciendo amor eterno.

La inmortalidad es amor, creada por la belleza

pensada y sentida en el corazón,

poesía de amor, inmortal y eterna. 

LA CASA EN LA ARENA

Hay lugares en el mundo que están llenos de soledades. Al Sur del Sur, donde el cielo austral esconde a Ñamandú en una huella de estrellas, existen infinidad de soledades.

Una de éstas soledades está en la costa atlántica del Uruguay entre La Pedrera y el Cabo Polonio.

«Lugares de soledad de soledades

puerta al Todo.

Mis hermanos emplumados

tenían razón, todo es el Gran Espíritu.

Tus ojos, mis ojos son testigo

gran soledad compartida

miles de seres viviendo,

el lobo, la ballena, el delfín,

el albatros o el petrel, 

la tortuga, el yaguareté,

el puma, el infinito océano,

el incansable viento, 

los médanos móviles, 

la infinita pradera,

el águila, el carpincho,

la crucera y el guazú virá…

Todo tan poblado.

¿y tú le llamas soledad?

La casa en la arena,

¡eso sí que es soledad!

Mi mirada no está sola

se llena de soledad,

camino sobre la arena

escucho el rumor de la mar,

sumergido en bolas de espuma,

picadas de arena volando,

voces del viento del Sur

desde la mar suaviza las praderas.

Pregunto al Gran Espíritu,

¿Qué es la soledad?

no conoce esa palabra,

el Todo no sabe qué es soledad.

LA LLUVIA: UN VEHÍCULO INTER TEMPORAL

Parte 1: Lluvia o llovizna en una noche fría sobre una calle empedrada.

Repiquetear de la lluvia, percusión celestial, vehículo atemporal. La lluvia es capaz de llevarme, como lo hace una sinfonía musical, a recordar, a sentir, a crear, a amar.

Me hace transcurrir por caminos de alegría, melancolía, amor.

Siempre con un ritmo diferente, el ritmo de las emociones. Cuando ésta es suave, de gotas pequeñas, de repique lento, me lleva a una calle empedrada de mi querido Montevideo. Vuelvo a caminar sobre el granito negro de los adoquines en una calle nocturna y mojada. Las luces de la calle son destellos ahogados en los charcos de adoquines negros.  

Mis pasos siempre van acompañados, somos dos cuerpos abrazados escuchando la lluvia debajo de un paraguas. Es de noche y hace frío, tal vez final de otoño o invierno consumado. El calor del amor camina lento bajo el paraguas. De vez en cuando sin perder la marcha mi cara y tu cara se miran enamoradas. El calor, la ternura y la suavidad de los labios ilumina nuestros rostros. Los corazones laten acelerados, los adoquines de granitos negros quedan iluminados. La lluvia continúa con su sinfonía de agua. Detenemos la marcha para escuchar el beso y la eternidad del abrazo, sentir el amor en calma, solos, quietos, con relojes derretidos en una calle de adoquines negros, empapados, cubiertos de noche fría y solitaria.

A esta lluvia me gusta llamarla “lluvia del amor” porque encierra alegría, nostalgia y pasión amorosa guardada en los corazones, lejos, inalcanzables del corrosivo tiempo, del cruel espacio y de la dura materia. Esta lluvia habita en la dimensión del espíritu y del alma, indestructible y eterna.

«Susurrarnos palabras de amor

mientras la lluvia repica en el paraguas

es trascender el tiempo,

es diluir la materia,

es borrar el espacio,

es ser el Amor

en cada gota de agua.»

HE PERDIDO EL TIEMPO

PERDER EL TIEMPO

Hoy salí a caminar por la playa. El viento de Gregal erizaba la mar. 

Mientras emprendía el camino de regreso a casa me di cuenta que había perdido algo. Enseguida revise todos los bolsillos, aparentemente no faltaba nada. El teléfono móvil, los documentos, algunas monedas sueltas. Todo estaba en su bolsillo correspondiente.

Pero continuaba con la sensación de que había perdido algo.

Iba despeinado por el viento, con el corazón liviano, sin peso. Sentía mi cuerpo en calma, la respiración un poco más rápida, por eso de caminar contra el viento. Me sentía liviano, como más suelto. Oía los pájaros cantando al viento, veía las nubes grises cargadas de lluvia adentro. Todo parecía eterno.

Fue entonces que me dí cuenta que era lo perdido: había perdido el tiempo.

Se ve que al caminar por la playa, respirar la mar, escuchar al viento, ver las olas encrespadas haciendo espuma de mar, captaron mi atención y de descuidado perdí el tiempo. Lo peor de todo es que ni cuenta me dí de tamaño descuido. 

La verdad, no sentí pena ninguna de que se me perdiera el tiempo.

Tampoco deseo que nadie se lo encuentre, mejor que se vaya mar adentro. Eso: que se una con la mar y guarde sus misterios.

Si alguien lo encuentra y lo recoge, mejor que lo tire lejos. Es que le gusta meterse en los relojes y hacer que vayas todos los días tenso y corriendo. Además le da valor monetario a los trabajos que muchos hacen con y por amor y esmero. Nos aparta de la vida, nos obliga a vivir en la nada, en cosas que ya pasaron o en cosas que aún no han pasado. Nunca nos deja sentarnos en un parque o caminar por la playa, hacer un sendero, visitar el bosque o nadar con y en la mar cuando está en calma. No nos deja caminar sintiendo los pies sobre la arena, la hierba o la hojarasca. Menos disfrutar de la compañía en silencio, del abrazo, del beso, ni tan sólo entrelazar tus manos con otras manos, normalmente no tenemos tiempo. Es como la sombra por más corras ligero no la atraparás nunca, en fin todo un misterio.

No pienso ir a buscarlo, sólo avisar a los que se lo encuentren de que no se lo lleven. Déjenlo perdido y sólo, de a poco tal vez, nos deje tranquilos y no busque encadenarnos ni que perdamos la vida corriendo en vez de amando y sintiendo la vida.

Creo que tuve mucha suerte de perder el tiempo.