La vida vuelve

La inminente primavera sacude la tierra para despertarla.  El sol en su aparente caminar estira la luz cada vez más hasta igualar en el equinoccio las luces y las sombras.

Protege con la nieve los trémulos brotes para que la helada no los destruya. Agita con el viento la mar para llenar de lluvia la tierra. Las flores responden a las caricias suaves del sol.

En lo alto de las ramas llenas de brotes el mirlo agradece con su canto el día que marcha entre la niebla a dormir el sueño de la primavera. Las parejas de patos silvestres descansan en el remanso de la marisma adormecidos por el susurro eterno de las olas.

La vida vuelve, acude presta al llamado de la primavera.

Como caminante de sueños me encanta despertar con la primavera. Sentir la vida fluir.

Dejar que el canto del mirlo, los perfumes, el aire húmedo, la lluvia, el cielo gris o soleado, la arena fría en los pies y el susurro de las olas de la mar, recorran mi cuerpo y mi alma.

Cuando estás sintiendo la vida el mundo de los sueños se plasma, se materializa como la luz creciente de la primavera. Abre el corazón a esa luz y sentirás la mirada de la vida, el beso apasionado y el abrazo fraterno.

Primer día de la luna llena de marzo de 2018, con los «despertadores» de la primavera funcionando: viento, frío, calor, humedad, lluvia, nieve y sobre todo vida eclosionando.

En tu mirada enamorada

escucho el canto del mirlo

el rumor de las olas

el aire húmedo y frío

el calor del sol.

Me sumerjo entero yo,

en tu mirada enamorada

para sentir tus labios tibios

como el sol de primavera

acaricias mi corazón.

Dragoncito curioso, mirlo bañándose.

Compartir ratos con los animales que viven en tu casa o que la visitan es algo maravilloso.

No me estoy refiriendo a los animales de compañía, como se les suele decir a perros y gatos, esos ya son considerados «de la familia». Me refiero a los «dragones», reptiles de la familia de las lagartijas pero de patas con pequeñas ventosas que les permiten caminar sin caer por muros y paredes. Grandes colaboradores en controlar los insectos que quieran invadir el pequeño ejido.

Los otros son los pájaros, los que están en libertad. Hace años ya que colocamos recipientes con agua abundante para que en su trayecto puedan beber a gusto. Cada día pasan a beber gorriones, jilgueros, petirrojos, caderneras y mirlos. Resulta que estos últimos, los mirlos, además de beber disfrutan de los recipientes con agua para bañarse. Tenemos a toda una familia que viene varias veces al día a darse baños.

Nos alegra tanto el poder compartir casa con ellos, ver que la confianza va creciendo a momentos. Aprovechan también a comerse las orugas o caracoles que hay en el pequeño ejido del patio de la casa.

Disfrutar de verlos bañarse, beber agua y ni que decir de sus melosos cantos en los amaneceres y atardeceres.

Hoy pude fotografiar a uno de los dragoncitos mirando con curiosidad el patio. Estaba medio escondido debajo de un cuadro de cerámica que representa las cuatro estaciones del año. Luego pude filmar al mirlo bañándose.

Maravilloso sentir el corazón revistiendo y siendo el mirlo en el agua o la mirada tierna del dragón. Vibrar en la misma longitud de onda, sentir la paz.

Lo vivo como los grandes regalos que la vida.