La lluvia: mi amiga, mi compañera

Cuando la lluvia es tu compañera, siempre te alegras de volver a verla.

Cuando era niño me acompañaba a la escuela. Me regalaba charcos hermosos por donde podían navegar mis barcos. Los de papel de estraza navegaban por mundos lejanos, incluso si con una rama provocaba una tormenta. Tripulaciones de viajeros que no sabían que estaban en un charco.

Otras veces, con mis botas de media caña, saltaba de uno a otro salpicando mi bata blanca. Los más grandes charcos eran los que más me gustaban. Era un valiente explorador que avanzaba por ciénagas peligrosas, llenas de yacarés y anacondas que acechaban. Aunque iba tranquilo y seguro con mi protectora espada de palo.

Me encantaba que mi amiga me mojara la cara. Bueno, más bien me acariciaba, abría la boca y bebía su agua, pura, cristalina e inmaculada. Venía del cielo, los ángeles nos regaban.

En las largas noches de invierno era mi cantante de nanas haciendo que las gotas repicaran en el cristal de la ventana. Cuántos ritmos de tambores y redoblantes, a veces acompañados por los oboes del viento. Era el ritmo del cielo sonando en mi casa, en mi barrio.

En el verano, de pantalón corto y descalzo, bailando y saltando en medio del aguacero tibio que el cielo me regalaba. Entonces era un respetado chamán o brujo de una tribu de mis hermanos emplumados, feliz porque el cielo había escuchado la plegaria pidiendo lluvia para aplacar la sed de los campos en verano.

Llenaba de pequeños diamantes los pétalos perfumados, del jazmín, de las rosas, violetas y glicinas. No se olvidaba de sembrar también los pastos, las hojas por humildes y sencillas que fueran. Todas iban con sus collares de diamantes.

Siempre me alegro de verte amiga y compañera. Me devuelves los charcos y las flores con collares de diamantes.

PRIMAVERA GUARDADA

Primavera guardada en el corazón,

tarde de luz junto a la mar.

Un faro solitario, enormes rocas doradas,

un océano azul profundo,

rugir de olas, rizos de espuma blanca.

Playas de arena gruesa,

caracolas gigantes y estrellas de mar,

intenso olor de algas rojas, yodo y sal.

Radiante azul claro del cielo,

viento helado, canto de ballenas,

aullidos de lobos de mar.

Horizonte que te lleva lejos, muy lejos,

por mares helados, naufragios perdidos,

voces mezcladas en el viento,

ahogadas entre anémonas y algas.

Compañía de primavera guardada,

arena gruesa, rocas doradas, 

olas y viento, caracolas y estrellas

olor de inmensidad atomizada. 

Archivo de audio:

PRIMAVERA EN EL AIRE

Suave perfume en el aire 

susurros de tu voz

llantos de soledad 

temblorosos en el viento, 

tu voz y tu perfume

envuelven en luz la noche,

llenan la soledad de amor 

tu pálida voz en el viento,

respira perfumes de luz

perfumes de amor.

Bajo el paraguas: la mar

Repiquetea la lluvia en el paraguas

se desdibuja la mar

quiere mojar las olas dormidas,

la lluvia sabe que sus gotas

inmortales serán

cuando se unan con alegría

a la inmensa mar.

Lluvia fresca de primavera

sabes bien lo que es amar.

 

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Puertas dimensionales

Cada vez creo más que los solsticios y equinoccios, que marcan los cambios de estación en las extensas zonas templadas del planeta, son puertas. La llave está en el sol.

Tal vez la puerta que se nota más o que sentimos más, sea la que abre el equinoccio del 20 de marzo.

No digo de primavera o de otoño porque dependerá del hemisferio planetario en que te encuentres.

Los que hemos tenido la suerte de vivir períodos largos de nuestra existencia tridimensional en ambos hemisferios sabemos bien lo que significa.

Estos días, desde el hemisferio Norte, donde me encuentro, voy viviendo la apertura de la puerta de la primavera.

Con el imparable crecimiento de las horas de luz vamos recorriendo esta inmensa puerta planetaria.

Después del letargo silencioso e introspectivo del invierno todo empieza a despertar, o mejor dicho a moverse.

Los árboles, antes esqueletos firmes de ramas desnudas, empiezan a llenarse de flores y tímidos brotes, que se convertirán en miles de hojas verdes y tiernas ramas.  Con ellos aparecerán los nidos y los seres del aire, llenando todo de trinos y cantos a la vida. Unos para saludar o despedir al sol como los mirlos, otros para alegrar los mediodías como los jilgueros, algunos para acentuar el misterio de la noche como el ruiseñor. El resto de los instrumentos de esta sinfonía los ponen los insectos y el viento.

Estirarse en un prado, recostar la espalda en un árbol, sentarte en una piedra o sobre la pinocha u hojarasca de un bosque, es la mejor platea para escuchar la sinfonía completa. Entre trinos y cantos, llegan los acordes de zumbidos de transparentes alas fertilizando las flores.

El viento, que hace viajar al polen en sus grandes alas, además de ser un sembrador de vida es uno de los grandes músicos de la sinfonía primaveral. Su silbido ululante al pasar por el peine de las agujas de los pinos, o el cascabeleo alegre cuando recorre con su caricia invisible las encinas y los nacientes brotes de robles. Ni qué decir, escuchar su susurro convirtiendo un tierno sembrado en mar de olas verdes, meciendo la vista como si estuviera navegando en una etérica barca.  Juntarse con la mar, su inseparable pareja, haciendo los dos estallar olas en las rocas, llenar el aire de infinitas gotitas saladas que lo envuelven todo de revitalizante frescor, ionizando el entorno. Música de timbales rumor de tambores sumergidos.

Lo que más me gusta de escuchar la música de primavera son los perfumes, los olores. Árboles de pequeñas flores blancas apiñadas, vierten al viento su fragancia. Dicen que para atraer insectos y polinizar sus flores. Pero yo creo que es para acariciar almas, llevar susurros de amor a campos, ríos, valles, mares y montañas. Los perfumes y fragancias lo llenan todo de alegría, en cuyas alas viene volando la paz.

Cuando atravieso la puerta de la primavera, la línea ficticia del tiempo desaparece por completo. Así como mis sentidos se abren a la luz y la sinfonía de olores, colores, gustos, sonidos y tactos, también me reencuentro con mi cometa volando alto, con el jardín de violetas, las frescas aguas del arroyo, la caricia de los sauces y anacahuitas, las algodonosas nubes estáticas en un cielo azul profundo, los labios frescos en el beso rodeado de perfume de rosas.

Pasar la puerta de la primavera es vivir en varios mundos, en varias dimensiones. Mezclas el polen de varias flores para hacer dulce miel que trasciende los tiempos.

Caminante lineal del tiempo, te invito a atravesar el portal de primavera. Siente la inmortalidad de todo. Guarda todo lo que sientas en el insondable e infinito recipiente del corazón.

Dame tu mano y entra conmigo que ese instante será eterno como la vida de una mariposa.

Junto a la mar Mediterrània el día de la segunda Luna Llena de marzo de 2018.

La vida vuelve

La inminente primavera sacude la tierra para despertarla.  El sol en su aparente caminar estira la luz cada vez más hasta igualar en el equinoccio las luces y las sombras.

Protege con la nieve los trémulos brotes para que la helada no los destruya. Agita con el viento la mar para llenar de lluvia la tierra. Las flores responden a las caricias suaves del sol.

En lo alto de las ramas llenas de brotes el mirlo agradece con su canto el día que marcha entre la niebla a dormir el sueño de la primavera. Las parejas de patos silvestres descansan en el remanso de la marisma adormecidos por el susurro eterno de las olas.

La vida vuelve, acude presta al llamado de la primavera.

Como caminante de sueños me encanta despertar con la primavera. Sentir la vida fluir.

Dejar que el canto del mirlo, los perfumes, el aire húmedo, la lluvia, el cielo gris o soleado, la arena fría en los pies y el susurro de las olas de la mar, recorran mi cuerpo y mi alma.

Cuando estás sintiendo la vida el mundo de los sueños se plasma, se materializa como la luz creciente de la primavera. Abre el corazón a esa luz y sentirás la mirada de la vida, el beso apasionado y el abrazo fraterno.

Primer día de la luna llena de marzo de 2018, con los «despertadores» de la primavera funcionando: viento, frío, calor, humedad, lluvia, nieve y sobre todo vida eclosionando.

En tu mirada enamorada

escucho el canto del mirlo

el rumor de las olas

el aire húmedo y frío

el calor del sol.

Me sumerjo entero yo,

en tu mirada enamorada

para sentir tus labios tibios

como el sol de primavera

acaricias mi corazón.

Aire escondido de primavera.

La niebla surge de la mar,

las aguas claras

pétalos de almendro en el charco

flores en el árbol

brisa fría y húmeda invernal

jugando en la playa

detrás de la vela navegando

se esconde tímida la primavera.

Mañana de primavera

En el aire brilla el espíritu del sol,

nace en las tiernas hojas de la viña,

zumba en los insectos que van a la flor.

Antiguas masías brillan al sol,

oliendo romeros y tomillos en flor.

La glorieta se mira en el charco y la mar.

La estupa envía sus rayos de Paz,

a la montaña, las flores, las viñas

a todos los seres que detienen su andar.

Sólo respirar el aire que brilla necesitas

para encontrar la Alegría y la Paz.

 

Paseo de primavera por el Massís del Garraf.  Las fotos son de Can Camps y la antigua Can Domenech hoy habitada por monjes budistas de Sakya Tashi Ling, con la estupa consagrada a la Paz. Siempre surgiendo entre los valles del massís, la hermosa mar Mediterrània.

 

Almendros, mar, abejas

Levanta la mar su húmeda manta de niebla

lejanías sumergidas en la brumosa niebla.

Cerca, las gaviotas juegan, balanceándose en las olas.

El faro respira primavera,

surge erguido entre perfume de almendras.

Infatigables abejas cargan de polen

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sus pilosas patitas traseras.

Mirando el cuadro, el sol se ríe

derrama luz en el aire que la niebla lleva.

Llena de alegría, la mar me dice

se ha cumplido otra vez,

la promesa de primavera.

Equinoccio de primavera 2016 (hemisferio norte)

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                                            PRIMAVERA

Hoy, día 20 de marzo a las 6.31 horas AM, en esta parte del hemisferio norte, a 43º de latitud, nuestro planeta, la Madre Tierra, atravesó uno de los dos puntos a lo largo del año en que se «corta» la elíptica orbital coincidiendo con el plano del ecuador terrestre. Esto produce que el sol recorra el cielo de cada observador formando un ángulo recto, produciendo 12 horas de luz y 12 horas de oscuridad en todos los puntos de la Madre Tierra. Llamamos a este acontecimiento planetario como EQUINOCCIO, (del latín aequinoctium (aequus nocte), «noche igual»), siendo para los observadores del hemisferio norte, el inicio de la primavera, o sea la ascensión de la luz hasta su punto más alto cuando llegue el Solsticio de verano.

Absolutamente todas las civilizaciones de sapiens, hemos celebrado este día. En nuestra época moderna, después de la Revolución Industrial, al ir perdiendo peso la vida rural, a favor de la vida urbana, también hemos ido perdiendo, la importancia y celebración de los acontecimientos solares como lo es el equinoccio, ya que «pensamos» que podemos vivir desacoplados del mundo rural, que es el lugar en donde producimos los alimentos. Este «pensamiento», nos ha llevado a sociedades altamente competitivas, desestructuradas y desacopladas de la tierra. También hay que decir que esto ocurrió y ocurre, por el sentido de «acaparar propiedad» básicamente de tierras. Por eso, pueblos como los antiguos íberos y celtas, o los pueblos originarios de América (Abya Yala) o los autóctonos australianos, no entendían a los conquistadores romanos, británicos, luso-españoles cuando ponían límites a las grandes praderas, los extensos bosques o las montañas donde nacen los ríos y arroyos. Algo absurdo y fuera de toda lógica de «vida», algo como decir que en dos metros a la redonda de cada persona, el aire circundante es de su propiedad, ¿verdad que suena a sinrazón?

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Afortunadamente, y a pesar de esta sinrazón, en nuestra casa común, la única que tenemos, la Madre Tierra, cada año se siguen produciendo dos equinoccios y dos solsticios, para decirnos que la Madre nos alimenta y ama a todos por igual, y aquí incluyo TODO, desde la humilde piedrecita del río, hasta los sapiens más tecnificados.

A nivel de civilización, hemos llegado a desarrollar un nivel tecnológico hasta ahora nunca visto, sólo soñado e imaginado por grandes seres a los que llamaban «visionarios» o «soñadores» que plasmaban en dibujos, bocetos o escritos literarios temas «inexistentes» que las sociedades calificaban y califican de «ficción». Si llegamos a ser capaces de «socializar» esta tecnología, compartirla con todos los sapiens y utilizarla en forma conjunta hacia todos los seres y entornos del Planeta, estoy completamente seguro que haríamos consciencia plena de que ya estamos en el paraíso, que no tenemos que «perder» la vida «portándonos bien», ni que tenemos que morir para llegar a él, sino que ya estamos en él. Cada ser podría desarrollar y vivir de acuerdo a su «plan de vida», es decir, hacer y desarrollar aquello por lo cual su alma es feliz, ya sea subiendo montañas, investigando en ciencia, escribiendo poesías, pintando imágenes……, lo que cada uno quiera hacer, que le haga plenamente feliz y libre. No tendríamos que preocuparnos por «ganarnos» el sustento, la Madre Tierra nos lo daría, como siempre lo ha hecho, con todo su inmenso amor y la tecnología haría lo que consideramos «tareas duras o monótonas y alienantes». Lo maravilloso de todo esto ES QUE HOY, SE PUEDE HACER, podemos vivir en el paraíso.

Por eso hoy día del EQUINOCCIO DE PRIMAVERA, otoño en el hemisferio Sur, les propongo desde este sitio «virtual» que es Creando Mundos, crear el paraíso en el que queremos vivir, aprovechando este día de IGUALDAD, y la fuerza con la cual el Sol y la Madre Tierra se juntan para iniciar el nuevo ciclo, realizando un sencillo ejercicio de observación e intención.

Utilizando leyes cuánticas, que parten de la base en que las subpartículas, de las cuales todo está formado inclusive nuestros cuerpos, están en el llamado «mar cuántico», «campo punto cero», «universo», «la mente de Dios», etc, contemplando todas las posibilidades, como si viéramos fotos de un mismo paisaje, en distintas épocas del año, por ejemplo una casa junto a un río, en invierno con el techo de la casa lleno de nieve y el río congelado, en primavera la casa con setos llenos de flores en las ventanas y el río corriendo alegre y torrentoso bordeado de flores e insectos volando, en el verano, la casa rodeada de la sombra fresca de frondosos árboles con el río invitando al baño en sus frescas aguas, en otoño, la lluvia racheada, golpeando la casa y el río corriendo gris y dejando ver las piedras peladas de la orilla. Es decir, para ese mismo lugar hay, en este ejemplo, cuatro posibilidades, todas tienen su encanto y hermosura, es entonces, cuando cada uno de nosotros con su observación e intención, deseo, puesta en una de esas fotos hará que «vivamos» ese paisaje.

Creemos ahora cada uno de los/as que esté leyendo este texto, un lugar en el «paraíso» que queremos vivir, sabiendo que creamos una sociedad COOPERATIVA, altamente tecnificada, en la que no falta de nada a nadie, en donde compartimos la ciencia, los alimentos y por encima de todo la PAZ, la Gran Fraternidad ya es un hecho y compartimos con todos los seres de todos los mundos, animal, vegetal y mineral, el vientre cálido y protector de nuestra amada MADRE TIERRA.

Pensemos en ese paraíso, pongamos nuestra OBSERVACIÓN e INTENCIÓN, suave, como si de una caricia amorosa se tratara, llena de ternura, paz y alegría en esas imágenes, utilicemos la tecnología y las leyes cuánticas y seamos Constructores – Creadores de este Mundo que ya lo tenemos, materializarlo depende de observarlo con intención.

Mi deseo «observación con intención» para todos/as es vernos rodeados de PAZ, llenos/as de ALEGRÍA, cada uno/a compartiendo con su entorno la felicidad de desarrollar su Plan de Alma.

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Lokaha samastaha sukhino bhavantu, shanti, shanti, shanti. Esta es una antigua oración escrita en sánscrito que quiere decir «QUE TODOS LOS SERES DE TODOS LOS MUNDOS SEAN FELICES, PAZ, PAZ, PAZ».